NAVARZATO


NAVARZATO, LA OCTAVA VILLA RONCALESA




         En el término municipal de Roncal, a media hora larga de camino, y en un paraje bastante recóndito, se encuentra el despoblado de Navarzato, la que fuera la octava villa roncalesa hasta mediados del siglo XIII que es cuando quedó deshabitada. De ella tan sólo queda su iglesia, hoy ermita, dedicada a San Sebastian, cuya festividad celebramos pasado mañana, y hasta la que se acercarán los roncaleses en tan señalado día.

         Este próximo martes se conmemora la festividad de San Sebastian. A la mayoría de los navarros, con la lógica excepción de los tafalleses, esta festividad les dice poco, o nada. Sin embargo, si nos remontásemos unos siglos hacia atrás, descubriríamos y nos sorprenderíamos del arraigo que tenía en nuestra tierra la devoción a este santo mártir, en cuyo honor se erigieron en otros tiempos ermitas, iglesias, e incluso alguna cofradía se preocupó de promover su devoción.
         La fecha del 20 de enero, dedicada por la Iglesia a honrar la memoria de San Sebastián, nos pone en bandeja acercarnos a un rincón de Navarra tan inhóspito como desconocido, un rincón del que, además, es muy poco lo que se sabe pues poca es la documentación que de él se conserva. Se trata del lugar de Navarzato, un antiguo poblado roncalés del que únicamente sobrevive a día de hoy su primitiva iglesia –actualmente la vemos como ermita- dedicada a San Sebastián.

         Se accede a este hermoso paraje desde la misma villa de Roncal. Por el lado derecho de la ermita de Nuestra Señora del Castillo parte un camino que nos invita a adentrarnos en aquellos pinares por los que tantas veces paseó el tenor Julián Gayarre. El camino empalma enseguida con una pista forestal que también se puede tomar desde la misma carretera. Tan sólo quince minutos después un rústico letrero, con el nombre de Navarzato, nos pondrá en el camino definitivo, por medio de un bosque en el que conviven el pino, el boj y el acebo, hasta llegar al despoblado de Navarzato, un paraje de ensueño, impregnado de magia y de encanto, en el que cuesta creer e imaginar que allí haya existido jamás un núcleo de población. Basta ver hoy su camino de acceso para darse cuenta de la realidad de aquellos caminos que comunicaban los diferentes pueblos y por los que únicamente se podía ir con caballerías, impensable con carros. De aquél primitivo poblado hoy sólo queda su iglesia, dedicada a San Sebastián, en un estado aceptable de conservación, tanto más si tenemos en cuenta que su tejado fue arreglado recientemente por la juventud de Roncal, así como los restos de alguna casa, pues aunque despoblado, todavía, y hasta tiempos no muy lejanos, el lugar era utilizado con fines ganaderos. Vacas y yeguas frecuentan aún el lugar recordándonos la vida ganadera que antaño tuvo. De aquella vida, junto a Navarzato, perdura todavía el topónimo de “Saleras de Bizkarrandía”, en alusión a las saleras en las que se les daba sal al ganado, extendiéndola sobre las piedras, como complemento alimenticio a la hierba que comían; es esta una costumbre pastoril que se hacía semanalmente, fundamentalmente con las ovejas, y que en el caso del Valle de Roncal fue minuciosamente estudiada por Pablo Orduna Portús y por Ester Alvarez Vidaurre, y publicada posteriormente en los Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra (julio – diciembre 1999).
         E incluso, aunque no deja de ser una hipótesis muy atrevida por mi parte, cabe pensar que el propio nombre de Navarzato, como topónimo, bien pudiera estar reflejando el carácter pastoril de este lugar; no hay que olvidar que antiguamente a los zagales, o rapatanes, que ayudaban a los pastores se les conocía con el nombre de navarzales.


Despoblado

         Navarzato es un paraje que conserva un atractivo singular; cualquier época del año es buena y recomendable para acercarse hasta allí. Y sobre todo, es un paraje que invita a sentarse ante la ermita –iglesia que fue de este lugar-, o bajo la portalada de la casa que fue de los Aznárez, y contemplar el entorno rememorando las cuatro cosas que de este antiguo poblado sabemos. Es de justicia reconocerle a Fernando Pérez Ollo, nobleza obliga, la autoría de lo poco que hasta la fecha se ha escrito de Navarzato y de su ermita, o iglesia, de San Sebastián; para ello se ha servido este autor de los documentos y trabajos que han llegado a publicar Luis Javier Fortún, J.R. Castro, Antonio Ubieto, y A.J. Martín Duque, así como de otros documentos que él ha localizado en el Archivo Diocesano. Importante es también el opúsculo que en 1928 escribió don Joaquín Montuno, presbítero de Roncal.

         Gracias a todos estos autores, y en particular gracias a la información que nos transmite el Becerro Antiguo de Leire, sabemos que fue hacia el siglo XIII cuando se despobló el lugar de Navarzato. Sabemos, igualmente, que su iglesia de San Sebastián dependía directamente del antiguo monasterio de San Martín, que existió en los terrenos que hoy ocupa en Roncal la fábrica de quesos. Ya hablaremos otro día de lo que en su día llegó a ser en el Valle de Roncal el Camino de Santiago, de la importancia que llegó a tener en una época determinada; hoy bástenos saber que una de las consecuencias de aquella fiebre jacobea pudo ser este monasterio de San Martín, creado supuestamente por peregrinos o por clérigos franceses, y dedicado a San Martín, patrón de Francia.
         Lo cierto es que aquél monasterio roncalés, no muy lejano del que existió en Burdaspal (término de Burgui), contaba entre sus propiedades las decanías y las casas de Sios, Bagón, y las iglesias de Aniauz, Roncal, Garde, y la de Navarzato. A su vez, el monasterio de San Martín quedaba incluido dentro del dominio eclesiástico del monasterio de Leire. Esta dependencia, la de Navarzato en este caso concreto, tiene su origen en la donación que el día 28 de enero del año 1085 hicieron a Leire el rey Sancho Ramírez y su hijo Pedro, fecha esta en la que le entregaron al mencionado monasterio nada menos que cuatro monasterios reales, que fueron los de Santa Engracia –al otro lado de la frontera-, el de Igal –en el Valle de Salazar-, y los roncaleses de Burdaspal (Burgui) y de San Martín (Roncal). Es así, con esta caprichosa donación, como en aquél lejano siglo XI la iglesia de San Sebastián de Navarzato pasó a depender del monasterio de Leire.
         Aquél cambio no dejó indiferentes a los vecinos de Navarzato, ni tampoco a los de Garde. Y la causa no era otra que la imposición por parte de Leire del rito romano, mientras que la tradición roncalesa estaba basada en el rito hispánico, o toledano. El propio Pérez Ollo, con gran acierto, ya advierte que esta crispación ante el cambio de rito iba mucho más lejos que el mero cambio en la forma de decir la misa o de cantar los salmos y las preces; el verdadero problema es que el nuevo rito que imponía Leire traía consigo dos modificaciones que a los de Navarzato se les antojaron especialmente graves, como eran la designación de clérigos y el reparto de las rentas parroquiales, es decir, el reparto de diezmos y oblaciones. Garde y Navarzato mostraron su rechazo y su oposición a este cambio tan importante para ellos, aunque hay que decir que Garde para el año 1098 dejó solventada esta cuestión, mientras que Navarzato se mantenía en sus trece, sin aceptar la nueva situación. De hecho, fue necesario que interviniese Pedro I, quien dispuso que el cambio debía de ser aceptado, y que, por tanto, la iglesia de Navarzato se sometiese a la obediencia del monasterio roncalés de San Martín, o lo que es lo mismo, a la obediencia del monasterio de Leire, implicando esto la imposición del rito romano. Es así como el 27 de enero de 1102 se firmó un convenio en Roncal en el que se pactaba la repartición de diezmos y oblaciones entre los clérigos roncaleses y el monasterio de Leire; tuvieron que testificar, entre otros, “Aznar Fortes, presbítero de Navarzato, y Sancho Aznar de Navarzato, y otros vecinos de Navarzato y de Garde”. Aquél convenio establecía que el monasterio roncalés de San Martín se obligaba a enviar “el sacerdote que celebre las misas, y los clérigos de la villa deben cantar allí las horas diurnas y nocturnas, y lo que tengan por costumbre”.
         Sirva como dato curioso, recogido y publicado por Pérez Ollo, que hacia el año 1112 “García y Eneco Manz se obligaron a entregar a San Martín de Roncal, cada año, cuatro ‘panes’ de trigo, cuatro galletas (188’32 litros) de vino y un carnero”, según queda recogido en el Becerro Antiguo de Leire.
         La Gran Enciclopedia Navarra nos informa que esta villa debió de despoblarse durante la segunda mitad del siglo XIII, y de que todavía en el año 1268 constaba en el “Libro del Rediezmo”, y que incluso en el año 1553 volvía a aparecer con un solo fuego.
         A partir de aquí la historia de Navarzato se diluye. Y nos reencontramos de nuevo con este lugar en el año 1844, a donde sabemos que sube la madre de Julián Gayarre con su hijo recién nacido; no hay que olvidar que el tenor roncalés fue bautizado con los nombres de Sebastián y de Julián. Tuvo que abandonar en Italia su primer nombre, el de Sebastián, porque artísticamente –y la fonética italiana así lo aconsejaba- Julián, o Giuliano, sonaba mucho mejor. Se dice, igualmente, que Mariano, el padre de Julián Gayarre, se preocupaba de llevar ante la imagen renacentista de San Sebastián, aquellas coronas de flores que se le arrojaban a su hijo en los diferentes escenarios por los que iba triunfando.
         El diccionario de Madoz nos esboza también unas pinceladas de lo que fue aquél Navarzato que Gayarre conoció de niño. Nos dice este diccionario que el lugar gozaba de un clima muy frío, que su iglesia parroquial estaba servida por un abad, que en sus terrenos se producía trigo, cebada, avena, centeno, legumbres y hortalizas; y dice también que había perdices, liebres, zorros, e incluso corzos y lobos. “Por tradición –dice Madoz- se sabe que en tiempos antiguos hubo algunas casas más, que formaban un pequeño pueblo, cuyos vestigios aún se encuentran”.
         Lo cierto es que ya casi no quedan ni tan siquiera ruinas. Las últimas casas del lugar pertenecieron a los Aznárez, una saga estrechamente ligada al lugar de Navarzato. Basta con observar la fachada de su casa en Roncal en la que se exhibe y se venera en una hornacina la imagen de San Sebastián.


Romería

         Hasta aquí, más o menos, queda expuesta la historia de Navarzato. Pero lo cierto es que a día de hoy, cada 20 de enero, y también cada 1 de mayo, los vecinos de Roncal suben en romería hasta Navarzato. La fecha importante ha sido siempre la del 20 de enero; ya se decía en Roncal: “20 de enero, San Sebastián el primero”. Pasado mañana un puñado de romeros subirán hasta Navarzato. Ya no es lo que era antes, ni mucho menos. De hecho la mayoría de los años ya no hay ni sacerdote, y los roncaleses tienen que conformarse con rezar el rosario ante la imagen de San Sebastián; aprovechan para encender una hoguera y compartir en torno a ella algo de virica, unas chulas, y algo de turrón si es que ha sobrado. Y de allí no se van sin haberle leído los gozos al ínclito mártir, aquellos que en su estribillo dicen “Campeón muy valeroso, del cristianismo escogido, rogad por todo afligido, Sebastián, mártir glorioso”.
         En esta misma fecha subían también antes los vecinos de Garde, “en ocasiones hasta con tres sacerdotes”, recuerda Amparó Galé, de Roncal. Esta misma vecina me recuerda cómo hace unas décadas, en vista de que la gente empezó a trabajar en las fábricas, se creó una nueva romería en la fecha del 1 de mayo. Hoy se mantienen las dos, incluso esta última cuenta con una mayor concurrencia, y en ella no falta la misa ni el tradicional rezo del  Ángelus.
         Pero... ¿desde cuando se sube en romería el 20 de enero a venerar a San Sebastián?. Nadie espere encontrar aquí la respuesta, aunque sí un dato orientativo.
         En el año 1691 se redactaron unas nuevas Ordenanzas para la villa de Isaba. Su primeros capítulos eran copia exacta y literal de las Ordenanzas que hasta entonces habían estado vigentes, únicamente el capítulo 5 sufrió alguna variación pues requería una actualización. Aquél capítulo aludía a la tradición que tenía Isaba de ir en procesión a la romería de Navarzato “porque ha muchos años que iban allá” (esta frase venía ya en las Ordenanzas anteriores cuya fecha se desconoce, y nos permite descubrir que ya en el siglo XVII esta romería era muy antigua). Lo curioso es que en 1691 Isaba toma el acuerdo de dejar de ir a Navarzato; a cambio ese mismo día se le dedicaría una misa a San Sebastián en la ermita de Idoya, a la vez que se acuerda enviar cada 20 de enero media libra de cera a Navarzato, y otra media libra a Idoya; y a esta última ermita izabar el Regimiento acuerda enviar en ese día a un hombre “que vele aquella noche por todos, y se tenga, y se observe en todo el año, en su nombre  (en el de San Sebastián) en la Parroquial de la dicha villa de Isaba una lámpara con su aceite, y luminaria como hasta ahora se ha usado y acostumbrado”.
         Cabe pensar, por tanto, que a Navarzato llegaron a acudir la totalidad de las villas del valle de Roncal.
         Aquí queda su historia, y también el reducto de lo que un día fue. Pasado mañana acudirán hasta allí unos cuantos vecinos, como antes lo hicieron sus padres, y cuantas generaciones les precedieron. Que no se pierda.


Diario de Noticias, 18 de enero de 2004
Autor: Fernando Hualde

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EL ÚLTIMO DESPOBLADO DEL RONCAL


Sebastiana Sandalia Gayarre había nacido en Navarzato el 3 de septiembre de 1854. Hacia diez años que había nacido en la cercana villa de Roncal otro niño, que como ella se apellidaba Gayarre, tenía ascendientes de Garde, le habían cristianado Sebastián, y que llegaría a ser bastante más famoso que nuestra protagonista.

El padre de Sebastiana Sandalia, Jose Joaquín Gayarre, era de Garde. Después de 11 años de matrimonio, por fin nacía su ansiado heredero. El día 4 bautizaron a la niña en la iglesia de Navarzato con el nombre del santo del lugar y el santo del día del nacimiento (San Sandalio o Sandalo martirizado el año 855 en Córdoba). Poco se imaginaban su madre Josefa Martín y su abuela Josefa Labari, las de casa, que iba a ser la última habitante de una villa que llevaba moribunda más de 500 años.


Las 14 villas del valle

Navarzato ("Nabarzato" en los textos medievales), una de las 14 villas del valle de Roncal que tributaban en el siglo XI al monasterio de Leire y que más había resistido la despoblación, estaba muriendo. Atrás se habían quedado sus hermanas, Anués (cerca de Roncal), Vidangoiz (en Vidángoz) y Segarra, Cortes, Ul y Urgés (en Burgui). Navarzato siguió siendo una de las villas del valle de Roncal hasta al menos el año 1270. A partir de esta fecha ya no se le nombra como villa aunque su abad aparece en varios documentados posteriores. En 1321 el abad de Navarzato, Don Vita Garciaton, junto con Sancho Sanz, alcalde de Roncal, y otros aparece en un documento del archivo de la villa de Roncal como testigo de la venta por los monjes de Leire del monasterio de San Martín de Roncal al concejo de Roncal. La gran peste de 1348, que mermó la población navarra en un elevado porcentaje, debió crear muchos problemas en nuestra villa y probablemente le dio la sentencia de muerte. Pero la parroquia resistiría aún unos cuantos siglos y, aunque en los fuegos de 1368 no aparece, en 1432 aparece el rector de Navarzato siendo también vicario de Isaba. En 1501, en el listado de fuegos aparece "la casa de Navarçato" al final, después de todas las casas de los siete pueblos del Valle. En 1514, el dueño de Navarzato es "Domingo de Nabarzato morador de la casa de Nabarzato" (erróneamente leído por algunos historiadores como roca de Navarzato). En 1540 el abad de Navarzato, Sancho Algarra y su señor Sebastián de Navarzato (Sebastián Daspa) donan el nuevo altar de la iglesia. Pero la aldea parece que vuelve a pasar por malos momentos y en 1549, según sentencia de Consejo Real, se une a la villa de Roncal. En 1577 y a petición de su abad Juan Algarra y la dueña de Navarzato, María Daspa (hija de Sebastián y Catalina Borra) y probablemente influidos por los decretos del concilio de Trento, se firma la unión perpetua de las parroquias de Roncal y Navarzato otorgada por el obispado de Pamplona.
Durante los siglos XVII, XVIII y mitad del XIX se suceden diferentes familias dueñas de la "casa o heredad de Nabarzato": Pedro Alcat, Sebastián Alcat, Pascual Alcat (casado con Juana Martich), Josepha Alcat (casada con Juan Petroch), Juan Joseph Petroch (casado con Manuela Echandi), Francisca Josepha Petroch (casada con Pedro Labari), Josefa Labari (casada con Bernardino Martín) y Josefa Martín (Casada con José Joaquín Gayarre).
Esta última familia ya la conocemos, hemos iniciado el relato con el bautizo de su heredera Sebastiana Sandalia Gayarre. Continuando con la historia, la alegría iba a durar muy poco en Casa Navarzato. El padre y la abuela de la niña mueren cuando cuenta 2 años y su madre muere dos años después de gangrena. Corría el año 1858. El padre es la última persona que entierran en Navarzato. A la madre la enterraron en Roncal. La heredera de la casa de Navarzato con 4 años queda huérfana y a cargo de su tío mayor, Sebastián Martín. La familia baja a vivir a Garde mientras que su otro tío, Lorenzo Martín, se queda en Navarzato donde vive con su mujer e hijos hasta el año 1877. Son los últimos habitantes del lugar. Durante estos años, duros para Sebastiana, su vida trascurre ayudando a su familia adoptiva y viendo cómo su heredad es usada por otros. Navarzato muere para siempre como lugar habitado. Sólo persiste en la actualidad su iglesia convertida en ermita y las ruinas de la "Casa de Navarzato".
Sebastiana al alcanzar la mayoría de edad (21 años) hereda todas las tierras de la casa de Navarzato y rápidamente se casa el 9 de enero de 1877 con un rico heredero de Roncal: Lucas Aznárez. Esta unión hace de la casa Aznárez la más rica del pueblo. Por esas fechas triunfa por el mundo un paisano suyo con el mismo apellido: Sebastián Julián Gayarre, aunque nuestra protagonista no creo que usara mucho su apellido, todo el pueblo la conocía como Sebastiana Navarzato. La familia Aznárez-Gayarre se cambia de casa y tiene 7 hijos aunque cuatro de ellos mueren pronto. En 1904 muere el marido. Sebastiana Navarzato muere en 1917 a los 62 años de edad siendo la última heredera de Navarzato que había nacido y vivido en él. En la actualidad sus descendientes viven fuera del pueblo, aunque mantienen casa en Roncal y visitan el pueblo en el verano.

Rogativas y procesiones

La parroquia-ermita de Navarzato está dedicada a San Sebastián, el abogado de las epidemias. Hasta este lugar subían los roncaleses a pedir remedio para estos males. El concejo también pagaba rogativas especiales a los clérigos de la villa que en solemnes procesiones y novenas pedían al santo su intercesión en ocasiones de especial peligro.
También en 1770 el concejo de la villa se gastó "veinte dos reales por la procesion que se hizo desde la ermita de Navarzato para traer a la Parrochia al glorioso Sn Sebastian con la misa cantada que se celebro al tiempo... quarenta reales por el estipendio de ocho misas cantadas solemnes que con revestidos se celebraron los ocho dias inmediatos al que se traslado a la Parrochia el Santo... y todo mediante acuerdo y comision de la villa pidiendo por su mediacion alivio en la enfermedad de dolor delado que ha corrido en esta villa"
El ayuntamiento también pagaba los gastos de pan, vino y queso que se repartía con ocasión de las romerías que se organizaban todos los años a Navarzato el día de San Sebastián (20 de Enero) y el día de San Marcos (25 de Abril). Las propiedades curativas del santo se extendían también al agua de una fuente que mana debajo de la ermita. Esta agua, que dicen, pasa por debajo del altar del santo, era costumbre bajarla al pueblo en botellas para repartir entre los vecinos que no habían podido subir a Navarzato y guardarla en casa para tomarla rezando al santo pidiendo por la salud de algún miembro de la familia.
Los poderes de San Sebastián no eran sólo para las personas sino que también curaba a los animales domésticos. En un pueblo eminentemente ganadero la salud de los rebaños era fundamental. Todos recuerdan cómo en una ocasión en que una terrible peste atacó a los animales, los roncaleses, conociendo los grandes favores que proporcionaba el santo, subieron con las bestias a la ermita de Navarzato. Al llegar al alto, desde donde ya se divisa la ermita, los animales comenzaron a bramar y en aquel mismo instante y con la sola visión en la lejanía del edificio sagrado, los animales curaron.

Diario de Navarra, 10 de febrero de 2008
Autor: José Ignacio Riezu


1 comentario:

  1. El origen del nombre "Navarzato" yo no lo veo en navarzale, sino que intuyo un paralelismo con "Romanzado". Si "Romanzado" es "romanizado", "Navarzato" podría ser "Navarrizado".

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