ARTETA

INFORMACIÓN GENERAL





Ubicación

Se encuentra este despoblado en el término de Ezprogui, antiguo “Val de Aibar”, ubicado entre el despoblado de Loya y el despoblado de Julio. Desde la localidad de Moriones, por delante de su cementerio, sale una pista hacia Loya, Arteta, Julio, etc. A 1340 metros de Moriones encontramos las ruinas de Loya, y dos kilómetros más adelante, fuera de la vista de quien va por la pista, está Arteta.
Desde la pista sale a la derecha una senda que comunica primero con el cementerio y después permite llegar hasta la fachada de la casa principal.


Coordenadas

Latitud: 42º 36’2, 78’’N
Longitud: 1º 28’6, 69’’O



Historia

Antiguo señoría de la Val de Aibar. De esta localidad sabemos que en el año 1185 su iglesia de San Andrés (entonces con la categoría de “monasterio”) fue restituida por los señores de Leoz a Santa María de Pamplona, y adscrita posteriormente al Arcedinato de la Cámara.

Su población siempre ha sido escasa. En 1366 contaba con cuatro fuegos hidalgos y un fuego labrador; en 1427 solo quedaba un fuego labrador, que pagaba su pecha al rey

La guía “Navarra a la vista”, de carácter anual, en su número correspondiente a 1944, informaba que en ese año el lugar de Arteta contaba con 7 habitantes de hecho y 6 de derecho. Que la iglesia estaba dedicada a la advocación de San Andrés, que el propietario del lugar era el Conde de Aibar, y que el colono que explotaba esas tierras era Cenón Lecumberri.

En la actualidad, y desde el 11 de octubre de 1944, Arteta pertenece al Patrimonio Forestal de Navarra, integrado en la finca denominada Ezprogui (integrada por los despoblados de Sabaiza, Usumbelz, Guetádar, Julio, Arteta, Loya, Gardalain, e Irangoiti), con importantes masas forestales de roble y de pino laricio, este último de repoblación y silvestre.



Estado de conservación

Para empezar hay que decir que el único punto accesible y bien conservado es el cementerio, en el que se conserva una sepultura, o al menos el ornato de esta. La tumba pertenece a Cenón Lecumberri Beorlegui, fallecido el 25 de julio de 1953 cuando contaba con 63 años de edad. Dejaba esposa e hijos. Una segunda inscripción (sobre placa metálica colocada en la cruz de la mencionada sepultura) informa que en el año 1985 fueron trasladados a esa tumba los restos de Sergio Lecumberri Armendariz, fallecido el 19 de noviembre de 1965.

Una senda, prácticamente difuminada entre tanta vegetación, permite acceder hasta lo que fue su casa principal; a partir de ese punto es materialmente imposible adentrarse más en este lugar. Se supone que por detrás hay más casas, e incluso los restos de su iglesia, pero la maleza impide cualquier posibilidad de acceso.

En el dintel de la casa principal se observa, tallada en la piedra, una cruz latina. Faltan algunas piedras importantes de los vanos de puertas y ventanas que, curiosamente, han sido retiradas y sustituidas por carpintería sencilla y sujeta a base de cuñas del mismo material. Es como si alguien se hubiese llevado esas piedras para aprovecharlas y a la vez hubiese querido que esa acción no precipitase el deterioro del edificio.
Delante de esa casa se conserva buena parte del empedrado que hubo en el suelo. La totalidad de las casas están sin cubierta, con toda su estructura interna caída, y con buena parte de sus muros externos derruidos. La altura de la maleza supera en muchos sitios a la de las propias edificaciones. Se lleva a ver entre los restos la presencia de teja curva, o árabe.

Detrás del cementerio se observa un espacio redondo, rodeado de árboles, que hace sospechar que pudiera tratarse de una nevera. En algún tramo de su perímetro deja ver algo de su pared.






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ÁLBUM FOTOGRÁFICO
OCTUBRE 2009
Fotos: Fernando Hualde y Esteban Labiano




Detrás de esas casas hay otras, y una iglesia, pero es materialmente imposible pasar







En esto se ha quedado la calle principal




Fachada del edificio principal




Cruz protectora en el dintel de la puerta




Esto, y no otra cosa, es lo que hay al otro lado de la fachada principal




Cuesta creerlo, pero hace tan sólo unas décadas esto eran estancias habitadas




Suelo de la calle principal que fue empedrado para soportar el tránsito de ganado y de carros




Año tras año, siglo tras siglo... ¿cuantas personas se habrían asomado por esta ventana?



 
Detrás de esa cortina de vegetación hay otra fila de edificios. Imposible acercarse.


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CEMENTERIO DE ARTETA
OCTUBRE 2009
Fotos: Fernando Hualde y Esteban Labiano

En homenaje a todas aquellas personas que habitaron las casas de este lugar, a quienes fueron enterrados en este camposanto. Y en representación de todos ellos citamos a don Cenón Lecumberri Beorlegui, último colono de Arteta y última persona enterrada en este cementerio.



Una parte de las piedras de estos muros proceden del despoblado de Eyzco




Y sobre las piedras se pusieron lajas




Y sobre la puerta... la cruz




Pared trasera del camposanto




Sepultura de don Cenón Lecumberri Beorlegui. La tierra que le dio la vida, es la misma que le acoge.




En 1985 fueron traslados a la tumba de don Cenón Lecumberri los restos de su hijo Sergio, fallecido en 1965.




El boj, mucho más autóctono, sustituye al tradicional ciprés.




Paredes de cementerio que acogen las piedras de dos pueblos muertos

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ANECDOTARIO

Usaregui

Entre las localidades de Arteta y Guetadar hubo siglos atrás otro núcleo de población denominado Usaregui, del que se sabe que quedó deshabitado en 1534, que su iglesia pervivió algunos siglos más, y que en el año 1800 su término fue incorporado al de Arteta.


Nacimientos

Gracias a los trabajos realizados por otras personas que han indagado sobre su árbol genealógico, sabemos que en Arteta, al menos, han llegado a nacer las siguientes personas:

Año 1720: Pedro Ayesa Balencia
Año 1749: Xaviera Balencia Uxue
Año 1774: Xaviera Sola Indurain (nació el 19 de junio. Se casó en Arteta el 6 de noviembre de 1797 con Martín Josef Balencia Armendariz, natural de Guetadar.
Año 1778: José Antonio Sola Valencia (fallecido en Eslava en 1835)

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REPORTAJE

ARTETA, DONDE REINA EL SILENCIO



En la zona que llaman La Vizcaya, término de Ezprogui, en la val de Aibar, todavía se mantienen en pie los restos de la localidad de Arteta. Tras esas ruinas se esconde la huella del hombre y algunos siglos de historia.

Existen en Navarra numerosos casos de localidades con el mismo nombre (Murillo, Villanueva, etc.); creo recordar que aludíamos a este problema en el reportaje dedicado a Eyzco, o Izco, en donde uno de los pueblos había absorbido, sin ninguna mala intención, la historia del otro, hasta el extremo que uno de ellos oficialmente no existía.
Pues bien, no muy lejos de aquél Izco que se quedó sin casas y sin historia, dentro del término de Ezprogui, en la Val de Aibar, nos encontramos con otro caso en el que con el paso de los años pudiera llegar a sucederle algo parecido. En este caso la Gran Enciclopedia Navarra sí que reconoce su existencia, y sobre el terreno físicamente todavía existe. Hablo de la localidad de Arteta.
A cualquier navarro que le preguntemos sobre Arteta nos remitirá, sin duda, al valle de Ollo, a esa hermosa localidad que alberga un impresionante museo etnográfico, el de José Ulibarrena, y en cuyo término está el afamado manantial de aguas. Sin embargo es francamente poca la gente que sabe que en Navarra hay otra localidad con el nombre de Arteta. Y es normal. Este otro Arteta no está dentro de ninguna ruta turística, ni pasa carretera alguna por allí, ni tiene un rótulo que indique su nombre, ni quedan ya chimeneas que echen humo, ni gallos que anuncien el nuevo día, ni manos que abran sus puertas o trabajen sus tierras. Arteta, el de Ezprogui, poco a poco desaparece; van cayendo sus casas, a la vez que la naturaleza vuelve a ocupar su sitio, el mismo que siglos atrás le quitaron aquellas casas.


Cómo llegar

Se encuentra este despoblado en el término de Ezprogui, antiguo “Val de Aibar”, ubicado entre el despoblado de Loya y el despoblado de Julio. Desde la localidad de Moriones, por delante de su curioso cementerio (el camposanto está dentro de una iglesia sin cubierta), sale una pista hacia Loya, Arteta, Julio, etc. A 1340 metros de Moriones encontramos las ruinas de Loya, y dos kilómetros más adelante, fuera de la vista de quien va por la pista, está la localidad de Arteta.
Desde la pista sale a la derecha una senda que comunica primero con el cementerio y después permite llegar hasta la fachada de la casa principal.
Pero vamos por partes. Para empezar hay que decir que el único punto accesible y bien conservado es el cementerio, en el que se conserva una sepultura, o al menos el ornato de esta. La tumba pertenece a Cenón Lecumberri Beorlegui, fallecido el 25 de julio de 1953 cuando contaba con 63 años de edad. Dejaba esposa e hijos. Una segunda inscripción (sobre placa metálica colocada en la cruz de la mencionada sepultura) informa que en el año 1985 fueron trasladados a esa tumba los restos de Sergio Lecumberri Armendariz, fallecido el 19 de noviembre de 1965. Sorprende ver, y es de agradecer, que alguna mano cariñosa cuida y mima ese camposanto. Según me han llegado a informar algunas personas mayores que un día habitaron estos pueblos, las paredes del cementerio de Arteta fueron levantadas en el siglo XIX con las piedras que, con las caballerías, se trajeron de lo que entonces eran las ruinas del mencionado Eyzco, que en línea recta no distaba más de un kilómetro de Arteta.

Una senda, prácticamente difuminada entre tanta vegetación, permite acceder hasta lo que fue su casa principal; a partir de ese punto es materialmente imposible adentrarse más en este lugar. Se supone que por detrás hay más casas, e incluso los restos de su iglesia, pero la maleza impide cualquier posibilidad de acceso. Detrás de toda esa vegetación se esconde la intrahistoria de linajes familiares como los Sola, los Valencia, los Ayesa, los Lecumberri… Pero materialmente es imposible adentrarse en ninguna de esas casas.
En el dintel de la casa principal se observa, tallada en la piedra, una cruz latina. Faltan algunas piedras importantes de los vanos de puertas y ventanas que, curiosamente, han sido retiradas y sustituidas por carpintería sencilla y sujeta a base de cuñas del mismo material. Es como si alguien se hubiese llevado esas piedras para aprovecharlas y a la vez hubiese querido que esa acción no precipitase el deterioro del edificio.
Delante de esa casa se conserva buena parte del empedrado que hubo en el suelo. La totalidad de las casas están sin cubierta, con toda su estructura interna caída, y con buena parte de sus muros externos derruidos. La altura de la maleza supera en muchos sitios a la de las propias edificaciones. Se llega a ver entre los restos la presencia de teja curva, o árabe.
Detrás del mencionado cementerio se observa un espacio redondo, rodeado de árboles, que en algún tramo de su perímetro deja ver algo de su pared. Se trata, según me dicen, de un antiguo abejar.


Historia

Arteta fue en tiempos un antiguo señorío de la Val de Aibar. De esta localidad sabemos que en el año 1185 su iglesia de San Andrés (entonces con la categoría de “monasterio”) fue restituida por los señores de Leoz a Santa María de Pamplona, y adscrita posteriormente al Arcedinato de la Cámara.
Su población siempre ha sido escasa. En 1366 contaba con cuatro fuegos hidalgos y un fuego labrador; en 1427 solo quedaba un fuego labrador, que pagaba su pecha al rey. Sabemos que en el año 1800 se le incorpora al término de Arteta el despoblado de Usaregui, deshabitado desde 1534, y que se encontraba entre Arteta y Guetadar. Doy fe de que nada queda de aquél antiguo despoblado.
La guía “Navarra a la vista”, de carácter anual, en su número correspondiente a 1944, informaba que en ese año el lugar de Arteta contaba con 7 habitantes de hecho y 6 de derecho. Que la iglesia estaba dedicada a la advocación de San Andrés, que el propietario del lugar era el Conde de Aibar, y que el colono que explotaba esas tierras era Cenón Lecumberri.
En la actualidad, y desde el 11 de octubre de 1944, Arteta pertenece al Patrimonio Forestal de Navarra, integrado en la finca denominada Ezprogui (integrada por los despoblados de Sabaiza, Usumbelz, Guetádar, Julio, Arteta, Loya, Gardalain, e Irangoiti), con importantes masas forestales de roble y de pino laricio, este último de repoblación y silvestre.
En fin, este es Arteta, el de Ezprogui, o el de la Val de Aibar, o el de La Vizcaya, que todo le vale para identificarlo y para diferenciarlo del que está en el valle de Ollo. Queda aquí expuesta su historia, algo de su memoria, y el homenaje a todas aquellas personas y generaciones que durante siglos le dieron vida a esas casas que todavía se resisten a desaparecer. Hoy reina allí el silencio y la soledad. Quien quiera conocer más detalles, y ver más imágenes de esta localidad puede acceder al blog despobladosnavarra.blogspot.com en donde quedan recogidos todos los trabajos sobre despoblados que se van publicando en esta sección, y en donde Arteta queda recogido con una amplia muestra fotográfica.



4 comentarios:

  1. Aquí nació también, el 19 de junio de 1774, Xaviera Sola Indurain. Se casó en Arteta, el 6 de noviembre de 1797 con Martín Josef Balencia Armendariz, natural de Guetadar.

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  2. Agradezco el dato. Es de desear que entre todos recompongamos la historia de las gentes que habitaron estos despoblados.

    Fernando Hualde

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  3. José A. Lecumberri31 de marzo de 2010, 13:57

    HIjo del Cenón del reportage y de Emeteria Armendariz. Ni en los toponimios recuerdo Eyzco y Usaregui. ¡Muy interesante! Tengo fotos de mi infancia en Arteta.

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  4. En este y en otros lugares de la finca, desde 1.991 hasta el año 2001, se llevaron a cabo programas de Campos de Trabajo con jóvenes procedentes de diferentes lugares de España y del extranjero, por parte del Instituto Navarro de Deporte y Juventud, consecuencia de los cuales, se recuperaron, aunque ahora aparezcan de nuevo "perdidos en la maleza": Guetadar, en su estado actual; Arteta en su lavadero, empedrado de la calle, defensa del patrimonio arquitectónico, mediciones sobre los edificios (iglesia incluida) y así un largo etcétera de actuaciones en Gardalain, Usunbeltz, Irangoiti, etc.

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