PRESENTACIÓN

BIENVENIDO A LOS DESPOBLADOS DE NAVARRA


         Desde esta primera línea soy plenamente consciente que escribir sobre despoblados tiene obligadamente unas connotaciones que rallan en la melancolía, en la tristeza, en sensaciones que poco o nada tienen de agradable.
         Sé muy bien también que, probablemente, es el tema menos comercial que existe; al fin y al cabo es hablar de pueblos que en muchos casos llevan unos años deshabitados, tal vez décadas, incluso siglos algunos de ellos. A poca gente le interesa su suerte.
         Sin embargo, a pesar de todos estos inconvenientes –si es que se les puede llamar así- no he querido renunciar a levantar acta de la vida que en ellos hubo. Seguramente que pretender resumir siglos y siglos de vida en unas líneas puede parecer una osadía, pero solo Dios sabe que es poco lo resumido, que he intentado poner todo lo que sé, o todo lo que he podido llegar a saber; sin pretender tampoco convertir esto es un tratado histórico, pues al fin y al cabo estos textos fueron hechos para ser publicados en “Diario de Noticias” bajo la modalidad literaria de reportaje. Eso no quita para que algunos de estos textos, tras su publicación en el periódico, hayan sido ampliados, completados, o corregidos para dejarlos plasmados en este trabajo. Y lamentablemente, hay que decirlo también, no es fácil ampliar la información sobre estos antiguos núcleos de población.
         Los documentos que se conservan en algunos archivos, los testimonios de quienes fueron sus últimos moradores, las hemerotecas, algunos antiguos trabajos de investigación etnográfica…; estos son los recursos empleados. Y seguramente que en algunos despoblados se podría ampliar la información, y de hecho no oculto mi deseo y mi esperanza de que alguien, algún día, utilice estos textos que aquí dejo escritos para profundizar en la historia de estos despoblados.
         Mientras esto sucede, lo que un servidor ha tratado de hacer es salvaguardar la historia de cada uno de estos lugares, dejar constancia de su estado actual, intentar recoger los nombres de las casas, y conocer –para difundir- los testimonios de aquellas personas que fueron quienes dieron el doloroso paso de cerrar su casa y su pueblo para siempre.
He recorrido uno a uno cada uno de estos lugares; he intentado fotografiarlo todo; he buscado a sus últimos habitantes y he hablado con ellos; he penetrado en casas que estaban hundiéndose y en las que el tiempo hacía décadas que se había parado; he imaginado la vida en aquellas cuadras, en aquellas iglesias, ante aquellos hornos, o en aquellas cocinas en las que hoy reina el silencio, la soledad y el abandono. He visitado cementerios en donde los muertos están más solos que nunca; incluso he tapado tumbas que algún mal nacido había profanado buscando quien sabe el qué; he visto iglesias sin campanas, altares sin ara, lavaderos sin mujeres, establos sin animales, calles sin vida.
Nunca dejará de impresionarme el hecho de entrar en una casa abandonada en donde quedaron los muebles, las ropas, las herramientas, la correspondencia, los libros de la escuela, la vajilla. Todo lo he tratado con respeto y con cariño; he llegado a retirar piezas que hoy cumplen su papel divulgativo en algunos museos, pues me negaba a dejarlas perder para siempre bajo los escombros. He catalogado cientos de piezas que me han parecido interesantes desde un punto de vista etnográfico; he dibujado elementos arquitectónicos de interés; he inventariado picaportes, hornos de pan, claves, escudos, dinteles, lavaderos, portones, chimeneas, y un largísimo etcétera que sólo yo sé.
Las ruinas también me han sido útiles; me han servido para analizar las formas de construcción, los tipos de tejas, las variantes de ladrillos, el uso de lajas en las cubiertas, la carpintería con todo su mundo de ensamblajes, los suelos de cantos rodados, el uso de la cal, los diferentes modelos de clavos de forja, y muchos más detalles.
Confieso que en algunos casos la curiosidad me ha hecho ser imprudente; más de un suelo se ha hundido bajo mis pies. Confieso que he sentido rabia e impotencia al ver el expolio al que algunos de estos lugares se han visto sometidos. Confieso que me ha dolido comprobar cómo el Arzobispado ha abandonado iglesias a su suerte sin retirar ornamentos, ni documentación, ni otros muchos elementos que un día fueron venerados por quienes nunca imaginaron un abandono así. Y confieso haber sentido pena al ver que algunas familias abandonaron sus casas dejándolo allí todo: fotos, cartas, recordatorios, y mil detalles más; todo ha perecido bajo goteras y escombros, o roído por los ratones.
La publicación de todos estos reportajes en “Diario de Noticias” han provocado todo tipo de reacciones. Los menos hubiesen preferido que nada se hubiese escrito de su pueblo, y sus razones tendrán; tal vez porque les duela la realidad. Los más lo han agradecido de corazón; hay quien ha llorado de emoción; hay alguna anciana que todas las noches lee y relee el reportaje antes de ir a dormir; hay quien lo ha enmarcado; y hay quien me ha llamado, o me ha escrito, y me ha hecho sentirme abrazado con profunda gratitud.
Especialmente curioso es el caso de Guerguitiain (Izagaondoa), en donde el reportaje que publiqué llamando la atención sobre el estado ruinoso de su iglesia, sirvió para poner en marcha toda una campaña de sensibilización y movilizaciones por parte de los Amigos del Románico y de los vecinos de los pueblos del entorno.
Quedan aquí todas estas historias; queda aquí la memoria de un puñado de despoblados, pero en Navarra hay muchos más, de los que poco a poco intentaré ofrecer algo de información.  A unos se les apagó la vida, a otros les inundó un pantano, y de otros fueron expulsados sus últimos habitantes para dar paso a la construcción de una ecociudad o de enormes urbanizaciones.
De aquellos a los que se les apagó la vida, aunque sus tierras sigan siendo cultivadas, los hay que se han convertido en fincas forestales, los hay que han sido derribados completamente para evitar la presencia de ocupas y así eludir responsabilidades en caso de desgracia, los hay que únicamente conservan la primitiva iglesia reconvertida en ermita, y los hay que se mantienen en pie porque sus casas tienen recios muros pues tuvieron la suerte de ser hechas cuando las cosas se hacían bien.
Y lo peor de todo…, lo peor de todo es que en pocos años el número de despoblados que hay en Navarra se va a duplicar. Son numerosos los pueblos, especialmente en la merindad de Sangüesa, en los que hay una, dos, o tres casas habitadas, y además con gente muy mayor.
Tal vez no podamos ir contra los tiempos, y hay que admitir que la industrialización los despobló sin piedad alguna, pero al menos nos queda la palabra, y hoy la utilizo, sí, con dolor, pero también para perpetuar el reconocimiento a aquellas gentes, a aquellas familias, y a aquellas generaciones que dieron vida y continuidad a estos pueblos. Va por todos ellos.

Se inició este trabajo utilizando como base los reportajes que en los últimos años he ido publicando dominicalmente en “Diario de Noticias”, pero eso se ha quedado pequeño. Camina este trabajo hacia el ambicioso objetivo de intentar ser un inventario, lo más completo posible, de los despoblados que hay, y que ha habido, en Navarra.
El objetivo final es que cada despoblado quede reflejado aquí con una ficha de información general (etimología, historia, iglesia, casas, topónimos, etc.), un mapa de situación, un álbum de fotos antiguas, un álbum de fotos actuales, artículos sobre el despoblado, alguna entrevista o testimonio de quien vivió allí o conoció su vida, una relación de todos los documentos que sobre ese despoblado existen en el Archivo General de Navarra y en el Archivo Diocesano de Navarra (o en otros archivos, si los hubiese), una catalogación de piezas etnográficas, y… todo lo que se pueda. Ese es el proyecto. La realidad…, la realidad es la que de momento ofrece este blog.
Y para hacer realidad ese proyecto se aceptan ayudas. No siempre es fácil localizar a quien ha conocido y ha protagonizado la vida de estos despoblados; no siempre es fácil localizar esos despoblados, o sus restos; no siempre es fácil –siempre es difícil- localizar y documentar fotos antiguas u otros testimonios impresos de vida (recordatorios, cuadernos de escuela, correspondencia, etc,). Y es por ello que se agradece cualquier colaboración.
Aprovecho para agradecer a Esteban Labiano, de Lumbier, sus aportaciones fotográficas y la ilusión que ha puesto y pone en este trabajo. A Joaquín Ahechu, de Artaiz, a quien se deben también algunas de las fotografías. A Fernando Cabodevilla, de Tabar, buen conocedor de todos los parajes de la merindad de Sangüesa. A quienes me llevan a un sitio y a otro, a todos los informantes que encuentro en el camino, y a todos los que de una manera u otra van haciendo posible este trabajo. A todos ellos gracias.
Quien tenga alguna información sobre algún despoblado de Navarra, o fotografías, o cualquier otra cosa que sirva para preservar su memoria, puede dirigirse por correo electrónico a

                   fhualde@hotmail.es   

Un saludo:


Fernando Hualde


3 comentarios:

  1. Kaixo! zorionak por este Blog, que les da a estos pueblos el hueco que les faltaba en la red, ya que hasta ahora las referencias que teniamos sobre despoblados navarros era poca y dispersa en diferentes paginas. Y como dice FERNANDO puede ser un foro ideal para plasmar la historia y la informacion que cada un@ podamos tener,cosas que queramos saber, o acciones que nos gustaria llevar a cabo en relacion a estos lugares que un dia tuvieron vida y porque no,puedan volver a tenerla.

    Unai

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  2. aguaristi@hotmail.com3 de abril de 2010, 4:07

    Noble obra hermano. Vivo en la capital de el Gran Estado de Tejas en Estados Unidos. Mi familia proviene de Viscaya y se nombraban Aguaristi. Me interesa mucho el trabajo que estas haciendo, yo siempre me imagino las casas de mis antepasados llenas de vida, es triste que se abandonen, Jaime Aguaristi de Salinas

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  3. Bella, noble y ardua labor la de evitar que caigan en el olvido las piedras, un día llenas de vida, que sostienen nuestras raíces.

    Me permito aconsejarte la inclusión de otro despoblado, de orígenes remotos y desconocidos, que en su día fue cobijo de Príncipes. Lugar que tiene un significado espiritual en la Historia del Reino de Navarra: El despoblado de Soto, abandonado en 1219 junto con otras aldeas próximas a Viana. Perduró la ermita que llegó a formar parte del Monasterio de San Juan del Ramo, hasta que su abandono por los frailes Franciscanos dio lugar a su paulatino olvido. Existe mucha información y fotos en otros lugares de la Web (Guía Repsol, Dialnet,...) pero creo que sería interesante incluirlo aquí. Un fraternal saludo. Luis de Soto.

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